
Comenzaron con gozo todas mis fuerzas
encontrando en el tiempo,
solitaria a la pena.
Qué pena la pena qué pena penando
solita y sin tiempo de andar molestando.
Y mientras duerme tranquila
la de ausentes propósitos
se renuevan las voces, celebarando el reposo.
Qué pena la pena qué pena penando
solita y sin tiempo de andar molestando.
Y si ahora el destierro,
de la que anduvo penando
relevó de dolores, confinando al espanto,
Qué pena la pena qué pena penando
solita y sin tiempo de andar molestando.
CARMEN DEL BLANCO