Vea Señor,
al no morir del todo aprendí a hacerme fuerte
suspirando en soledad tristezas,
que son la ausencia de no verlo.
Sola y sin vos el tiempo miro,
fuego helado que al corazón silencia.
Y en ese descuido que nos da cuidado
busco la luz que el resplandor devuelve.
Este pedacito de mi mundo, encadenado
es pasión que en los despojos de mi alma, arde.
Porque si por vos vivo, señor, por vos muero,
eternamente enamorada.
CARMEN DEL BLANCO
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