
Desde este insólito camino,
piadosos pareceres se deshacen
en mansos tormentos.
Tiembla mi alma
después de lloradas horas de confianza.
Horas sin tiempo
de purísima porfía...
Corazón ardiente
que al agua clara por beber se afana,
puede la brisa mudar mis ganas
y encontrarte mío?...
Dime,
mortal certeza decretando enojos...
Quién es más cruel,
el mudo o el elocuente?...
CARMEN DEL BLANCO
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