El tiempo es demasiado lento para aquellos que esperan... demasiado rápido para aquellos que temen.... demasiado largo para aquellos que sufren.... demasiado corto para aquellos que celebran... pero para aquellos que aman, el tiempo es eterno. — (Henry Van Dyke)

domingo, 28 de marzo de 2010

SEÑALES ...




Me pregunto..., lo infinitamente pequeño de una respuesta infinitésimamente finita, dónde permanece?... Dónde coincide el resplandor que manifiesta su presencia? Y de no hallarlo, no existe? Y si no hay visión, tampoco perspectiva. Y si no diferencio la aparente percepción de ausencia y lo comprendo... profetizo?... Esta es la causa de la razón de este no estar que me limita y es desde mi centro la extensión de los motivos que me demoran hasta el colmo de los despojos sin legítima voluntad que al inconciente impulse. Y es cavilando entre despojos que me imagino... Será desde esta dimensión cero que me ocupa y no se adueña donde realmente existo? Será que me impacienta la paradójica necesidad de creer sin ver? O es quizás en este atemporal "será"..., la señal de alguien a nadie?

Durante meses descubrir el ciberespacio ocupó su mente. Encadenando la magia de los enlaces, navegando por la web. Evidencias que lo recluyeron, seducido por la fantasía... Señales desde un papel virtual que convertían la permanencia silenciosa, en claras señales de aceptación, esperando consentirlas sin pérdida de tiempo. Como si en esto aquilatara un acuerdo de ausencias. Después..., palabras cargadas de significación. Un mapa recorriendo otro mapa. Atravesando sentimientos que se volvían necesarios, incomparables y urgentes. Esas cálidas rapaces le estaban saqueando la voluntad, atrapándolo en un mundo atemporal, irresistible. Proyectándose, incondicional... Y así sensible a los misterios del destino cruzó a la esquina del momento soñado. Ella iría de tapado rojo y él..., él nervioso, él ansioso, él impaciente... Debió imaginar que la pregunta sería otra en el momento de encontrarse por primera vez porque bastaba mirarlo para reconocer en sus ojos cruzados demasiada ciencia filosófica yaciendo en la retórica. Estaba tan...; en realidad ni él mismo sabía qué tanto. Erasmo quería enamorarla... y conmovido al verla eligió una de esas tan...; en fin una de esas ocurrencias que la desconcertaron... a ella, Jacinta, que parecía reflejar el color de la rosa y en él marejadas de oblicuas cósmicas intentando develar el misterio de las baldosas. El quería enamorarla y ella... Ella esperaba desorientada, ansiosa, porque era cuántica. Por esa cuestión de verse reflejada... El quería ir a cenar y ella... a caminar... y sin imaginar pretextos dieron rienda suelta a la discusión. Por no pensar. Por no querer negociar el placer de compartir... y manaron de él sólo monosílabos casi irónicos. Y así se fueron convirtiendo del hielo a la piedra, después que Jacinta, encolerizada, se adelantó...

- Son sofismas. Simples bloqueos vanales sofiando filosos por soflamar solevando.- y enfiló enfurecida hacia el semáforo.

Erasmo la miraba impresionado. Y confundido, sin pérdida de tiempo, la siguió y le dijo...

- Jacinta, te amo...

El agua que corre y el agua tranquila fueron a meterse en el río y con él en el mar... Eran pupilas dilatadas enamorándose al compás de los latidos. Adormeciendo las tensiones que de súbito los ruidos cotidianos resurgieron. En ese éxtasis de identidad, él la abrazó con ternura y ella lo miraba feliz, atisbada en un mundo de sueños conciliando las caricias. Deleitándose con el misterio de la vida. Testigo permanente desnudando resonancias de palabras. Muriéndolas de a poco, en cada beso que los labios entreabrían. Porque estaban allí, encendiendo la luna. Imantando las miradas que ardían de deseos. Tiñendo de amor el descanso en las palabras. Y desde esa realidad que los motivos demoraron hasta el colmo de los despojos, Erasmo y Jacinta imaginaron lo imaginable...

- Si cambia el universo, yo también; porqué no? - dijo Erasmo susurrándole

- Si cambia el universo, yo contigo; porque sí. Porque te quiero así...



CARMEN DEL BLANCO

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