
Qué difícil resulta hablar de la vida, habiendo tantos muertos ... Y no me refiero, solamente, a la muerte clínica de la que estamos impactados, cotidianamente, sino de la muerte que desencadenan los inescrupulosos, en cualquier ámbito, amparados por la codicia, que como bien define el narrador valenciano, Rafael Chirbes: "hartos de no saber a qué jugar, hemos aprendido a matarnos los unos a los otros, en el salón de casa." Palabras que me recordaron al padre Larragnaga, cuando decía: "en el callejón de la insistencia, cuántos entonan la familia robada ..."
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