LO QUE QUEDA DE LAS ALAS
Reflejándose móviles, las casas son muchas.
Un montón de papeles superpuestos.
Informes con ventanas, esperando despertar a la conciencia.
Y entre claves de vida, distrayéndose en distintas direcciones,
caminaba inadvertido, casi sin darse cuenta,
elegido por el desorden.
Fueron historias de un cielo oscurecido, temporalmente,
por la confusión. Fueron tantas cosas...
que todo él huele a separación.
Y me pregunto qué hago aquí, mirándolo...
No sé qué decirle. Qué contarle. No sé de qué hablar...
Y lo encuentro así, de repente, detrás de una puerta
acomodando en silencio las respuestas,
amarillento de tabaco por raíces que lo increpan.
¿Dónde están las alas que esgrimían batallas celestiales?
¿Dónde estamos?... El ahí, hundido por el dasamor,
asfixiándose con el éxito de los descuidos.
Y yo aquí... queriéndome desprender de esta realidad.
Rehusándome a esta complicidad entrometida
que casi no deja restos...
Me cuesta el olvido y el sabor de las palabras.
Me cuesta todo... No puedo controlar a las imágenes.
Todo bulle acelerado. Aunque debo confesar...
la rabia está tranquila.
Después de muchos ejercicios encontró su sitio.
Y ahora... es este jardín humano
que angustia de antiguos secretos tu presente, el que me preocupa.
Este horizonte de sueños recién nacidos que te redimen, hermano.
Este claro en el camino que puede entusiasmarme de comienzos
al final de tu desdicha. Es que en este afán de terminar con la tristeza
el encuentro nos gritó: "el cariño a escena!..."
Esta divina sustancia de la vida que me acerca hoy pensando que quizás ignores
en qué rincón del jardín escondiste lo que queda de las alas.
CARMEN DEL BLANCO
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